Los nilfgaardianos han conseguido entrar en Wyzima. Los que intentan detenerlos acaban derramando su propia sangre. No pienso combatir, usaré todas mis fuerzas para salir de aquí y huir hacia el bosque.
Veo que también ha conseguido salir Athil, me alegro. Espero que no sea la única.
Avanzando, en medio del bosque nos topamos de repente con dos enanos, Torbran y Kaska, y un humano, Aquiles. Todos estamos huyendo, así que nos unimos y decidimos descansar para partir rumbo hacia el norte al amanecer. Charlamos para conocernos un poco hasta quedarnos dormidos.
Al despertarnos, recogemos nuestras pertenencias y cambiamos de opción: vamos a seguir hacia el este para así buscar una forma de cruzar el río ya que todo recto está lleno de pantanos con monstruos que es mejor no molestar.
A lo lejos, dos seres hacen que nos detengamos. Son dos elfos de un poblado cercano. Les intentamos explicar que estamos huyendo hacia el norte pero necesitamos cruzar el río, les preguntamos si conocen la manera a lo que responden que sí. Soy un poco desconfiada así que también les pregunto si conocen los peligros del río; se produce un alboroto entre nosotros, mientras Kaska y yo entendemos que nos quieren engañar, el resto de compañeros entendieron lo contrario, y es que uno de los elfos estaba contando que hay sumergidos pero que no son un peligro en esa zona cercana al poblado (a lo que nosotros entendimos que nos decían que no había sumergidos), Kaska carga su ballesta, entonces la alfa arquero prepara su arco y empieza el combate.
Ellos nos atacan intentando huir hacia la aldea. Athil lanza un hechizo al elfo más cercano haciendo que se enamore de ella para aturdirlo y sonsacarle información después, pero Torbran, en el calor de la batalla, lo aplaca hasta decapitarlo con su hacha.
Mientras tanto, Aquiles corre detrás de la elfa, la deja malherida, tropieza torpemente para acabar cubierto de barro. Si lo piensas suena hasta gracioso pero nos acaba de poner en peligro, pues la elfa consiguió entrar en la aldea.
Escuchamos gritos en élfico que no logramos entender y echamos a correr hasta que dejamos de escuchar pasos tras nosotros. Agotados después de la pelea y la carrera, descansamos para proseguir la mañana siguiente. Ponernos de acuerdo no es tan fácil como debería.