Volvemos a acercarnos al poblado de los elfos para rodearlo y ver si hay un camino y poder entrar en él. Al continuar vemos una planicie y comenzamos a ascender por ella para comprobar si conseguimos vislumbrar algo en el pueblo. Cuando estamos a media altura, Aquiles detecta un artefacto en la aldea que sirve para cruzar el río. Athil y yo queremos entrar por las buenas, pero Torbran y Kaska elaboran un plan entre ellos que consiste en ir a por sumergidos, hacer que se acerquen a la aldea y que los monstruos luchen contra los elfos mientras nosotros entramos y nos hacemos con el artefacto. Infalible verdad? No lo creo.
Aguardamos un rato pero, puesto que Athil y yo no acabábamos de ver adecuado su plan, bajamos hasta la entrada del pueblo dejando atrás a Aquiles. En la entrada del poblado hay un portón con gran parte quemada y escuchamos una voz avisando que no demos un paso más. Explicamos nuestras intenciones, parte del plan de Torbran y que queremos quedarnos a ayudar. Aceptan a regañadientes.
Esperamos y esperamos pero nadie aparece, qué raro… los elfos empiezan a extrañarse pero nos dejan entrar para sanar a una elfa herida, que resulta ser la que nos encontramos en el bosque. Athil y yo cruzamos miradas y le contamos la situación. La comandante de la aldea ya lo sospechaba. Tras dejar estables a los heridos, queremos ir a ver qué les pasó a nuestros compañeros. Seguimos sus huellas hasta encontrarlos descansando rodeados de cadáveres de sumergidos. Vaya, no pudieron evitar rematarlos.
Aquiles también está con ellos, al final bajó. Quizás no sea tan cobarde como parece.
Al volver hacia el pueblo le prohiben la entrada a Aquiles, pues ya se han dado cuenta de que es humano, pero, como el destino ha hecho que nos encontrásemos en el bosque, queremos seguir todos juntos, por lo que nos permiten hacer un trato: 800 monedas y podremos pasar la noche en la aldea además de marchar todos en el artefacto al amanecer. Es caro así que negociamos: conseguimos rebajarlo a 400 monedas además de ayudarlos a sanar y a reparar desperfectos en el pueblo. Aceptamos.
Mientras Kaska, Aquiles y Torbran arreglan el portón, nos piden a Athil y a mí que una de las dos los ayude a rescatar el cuerpo del elfo en el bosque para darle entierro. Voy yo puesto que Athil tiene poderes de sanación.
Sigo las huellas bosque adentro y, al llegar al lugar de los hechos, no encontramos el cadáver… uy… alzo la vista y veo lo que ha sucedido. El elfo interrumpe mis pensamientos a lo que respondo que debieron robarlo los sumergidos. Por suerte no sabe seguir huellas porque lo llevo más arriba para que no vea el cuerpo del elfo o, más bien, lo que queda de él. Le doy mi pésame y volvemos al pueblo, sabiendo claramente lo sucedido: mis compañeros han descuartizado su cuerpo para utilizarlo como cebo con los sumergidos… qué manera de liarla.
Pasamos la noche tranquilamente y salimos por la mañana en el artefacto.
Nos subimos a la barcaza y los elfos comienzan a tirar de la cadena. Sentimos bullir el agua… sumergidos!
Tras una ardua pelea donde Kaska casi muere, Torbran demostró su poder y furia alentándonos mientras aparecían más y más sumergidos hasta que conseguimos llegar a la orilla, nos pusimos a salvo y echamos a correr al bosque para descansar al fin.
Ya estamos en Redania, donde no somos bienvenidos los elfos ni mucho menos las hechiceras. Si miramos hacia el noroeste podemos divisar cómo avanza hacia el norte. También vemos una zona amarillenta que parece seca y donde puede haber un asentamiento.